Trastornos funcionales gastrointestinales: qué son y posibles causas

Respuestas a una de las dolencias más comunes y menos diagnosticadas

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Respuestas a una de las dolencias más comunes y menos diagnosticadas

Seguro que conoces a alguien que sufre dolores gastrointestinales recurrentes. En los restaurantes nunca sabe qué comer, en las fiestas no se atreve a beber mucho y cuando viene a tu casa te pide revisar todas las etiquetas de los alimentos que le has ofrecido antes de probarlos.

Va a menudo al baño, y vuelve a los 10 minutos con cara de “falsa alarma”. Se masajea con frecuencia el abdomen, y se queja constantemente de molestias en esa zona: a veces por acidez, otras por flatulencias, algunas por diarreas o estreñimiento…Y si no conoces a nadie así, ¡es que ese eres tú!

Los trastornos funcionales digestivos son un grupo de trastornos motores que pueden afectar a cualquier parte del aparato digestivo. Se caracterizan por ser de difícil manejo, originando situaciones complicadas en la relación médico-paciente. Producen impacto en la calidad de vida, y dada su alta prevalencia en la población económicamente activa ocasionan repercusiones sociales importantes y disminuyen el rendimiento laboral.

A menudo, aunque se haga una evaluación exhaustiva, no se detecta una anomalía estructural o fisiológica medible de forma objetiva para estas molestias. Se dice que estos pacientes presentan “enfermedad funcional”, que representa del 30 al 50% de las derivaciones a gastroenterólogos.

¿Cuáles son los trastornos funcionales gastrointestinales?

Los trastornos funcionales gastrointestinales se clasifican según los síntomas relacionados con una combinación de hipersensibilidad visceral y alteración de la motilidad, la microbiota, la función inmune y el procesamiento del sistema nervioso central.

Entre los trastornos funcionales digestivos más frecuentes encontramos la dispepsia funcional, el síndrome de intestino irritable y la enfermedad por reflujo gastroesofágico, aunque hay muchos otros no tan comunes que también entrarían dentro de esta categoría.

La mayor incidencia se observa entre los 35 y 50 años, muy probablemente asociada a mayor presión laboral, poco tiempo para esparcimiento, deficientes hábitos dietéticos y relaciones interpersonales complejas (el gran temido y conocido “estrés”).

¿Qué produce los trastornos intestinales?

Los trastornos funcionales gastrointestinales son trastornos de la interacción intestino-cerebro. Cierta evidencia sugiere que los pacientes presentan hipersensibilidad visceral, una alteración por la que perciben molestias causadas por sensaciones que otras personas no hayan molestas. El mediador bioquímico más importante implicado en la fisiopatología de la dismotilidad es la serotonina, que se localiza principalmente en el aparato digestivo.

Por eso, los trastornos digestivos funcionales son difíciles de comprender y tratar para muchos médicos, y la incertidumbre puede provocar frustración en los pacientes. Una interacción médico-paciente eficaz y empática reduce el comportamiento de búsqueda de atención médica por parte del paciente, cosa que le permite relajarse en este aspecto.

Trastornos gastrointestinales: síntomas y tratamientos

Padecer un trastorno funcional digestivo no es fácil. Muchos pacientes preferirían tener una enfermedad con un informe médico en el que se describiesen los resultados de alguna prueba concluyendo que se observa una lesión. Así podrían explicar que tienen una úlcera o una inflamación en el colon, en lugar de tener que volver a decir: “no me han encontrado nada”.

Los síntomas más comunes y recurrentes incluyen obviamente dolor abdominal, gases, diarrea y estreñimiento. La asociación con migraña, cefalea tensional, dolor facial, pélvico o de espalda también es típica de estos trastornos, al igual que la fatiga, la ansiedad y la depresión (recordemos que están mediados por la interacción intestino-cerebro).

Sin duda, su patogénesis es multifactorial: influyen factores genéticos, ambientales, familiares y dietéticos. Varios estudios también han comprobado que los acontecimientos de la infancia pueden predisponer al desarrollo de un trastorno gastrointestinal en la edad adulta.

En cuanto al tratamiento, el uso de fármacos procinéticos ha demostrado utilidad en el manejo de los pacientes con trastornos funcionales digestivos dada su acción sobre los receptores de la serotonina y la dopamina, los cuales modulan la movilidad gastrointestinal.

Además, parece claro que hay una correlación entre la ingesta y la aparición de síntomas. Por otra parte, también se ha postulado que una dieta baja en FODMAP (oligo-, di- y mono-sacáridos fermentables y polioles) puede mejorar los síntomas de los pacientes.

También se pueden buscar suplementos naturales para tratar los síntomas, como la gama digestiva que ofrece Naturitas Essentials: el Carbón activo para los gases, las Enzimas digestivas para la dispepsia o el Naturlax para el estreñimiento.

Aun así, el mejor tratamiento de los trastornos funcionales se basa en la estrategia de proporcionar información adecuada al paciente, sin generar falsas expectativas, para así disminuir los factores de angustia. Las recomendaciones para una correcta consulta a los pacientes con trastornos funcionales digestivos incluyen:

  • Identificar preocupaciones del paciente incluyendo el motivo de la consulta.
  • Explicar la base de síntomas.
  • Tranquilizar al paciente descartando datos de alarma.
  • Evaluar costo-efectividad de los medicamentos y suplementos a emplear.
  • Involucrar al paciente para asegurar continuidad del tratamiento.

En resumen, los trastornos funcionales digestivos son un grupo de trastornos motores que pueden afectar a cualquier segmento del aparato digestivo. Se caracterizan por ser de difícil manejo, originando situaciones frustrantes entre el médico y el paciente. Son trastornos de la interacción intestino-cerebro, y los síntomas incluyen dolor abdominal, gases, diarrea y estreñimiento.

Aunque por el momento no existan tratamientos completamente efectivos para estos trastornos, ¡la comprensión y empatía de un médico en ocasiones puede hacer mucho más que un fármaco!